martes, 12 de abril de 2011

De cucuruchos, relaciones y mariposas

¿Sabéis esa sensación de cuando te comes un helado, de cucurucho, y al llegar al final, al pico, que está relleno todo de chocolate piensas que es la mejor parte? Lo mejor de todo el helado, sin duda es el final, lo más corto, lo más dulce, lo que mejor saboreamos y lo que más rápido se nos pasa. Igual que el principio de una relación.

Y yo me pregunto dos cosas: primera, ¿no podrían vender finales de helado? Nos ahorraríamos empacharnos con el resto e iríamos directamente a la mejor parte; y segunda, lo mismo con las relaciones, ¿no podríamos quedarnos sólo en el principio? Asentarnos en la fase de la emoción, los nervios, lo nuevo, lo excitante, el momento en el que cualquier caricia, mirada, sonrisa, resulta emocionante, el momento de las angustias continuas provocadas por las "mariposas" del estómago.

Al igual que las mejores series o programas, que saben acabar antes de empezar a decaer, ¿no deberíamos hacer lo mismo con las relaciones?

Sí, deberíamos, deberíamos, deberíamos, seguro que muchos estáis de acuerdo con esto, pero a la hora de la verdad no es la cabeza la que decide sino que nos dejamos llevar por el corazón.

Uno no se compra un helado para comerse el pico y dejar el resto, chorreando por el agujero que has dejado abajo, sería un desastre, como tampoco podemos empezar una relación y dejarla en lo mejor sin esperar que sea un desastre para alguno de los dos, a uno u otro, acabará chorreándole.

¿Y no existirá una fórmula para solucionar esto? ¿No habrá alguna manera de mantener esas sensaciones por más tiempo sin llegar a algo serio? Un punto intermedio entre un lío sin importancia y una relación seria. Yo creo que sí, tiene que existir. Tiene que haber alguna forma de mantener las mariposas a flote sin que acaben convirtiéndose en capullos.

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