domingo, 15 de abril de 2012

sábado, 14 de abril de 2012

El postre


Es increíble como puedes volver a enloquecer por algo que antes te parecía normal, pero a fuerza de no tenerlo, te atrapa como el primer día.

A todo el mundo le gustan los pasteles, las tartas, los postres, y cuando durante una época los tomas muy a menudo, te siguen encantando, pero ya no te emocionas tanto como al principio. En cambio, durante mucho tiempo has cambiado los postres por barritas de cereales. Siguen siendo dulces (a veces) pero ni te llenan, ni te emocionan y en cuanto las terminas es como si no hubieras comido nada, incluso puede que tengas hasta más hambre que antes.

Y de repente después de tanto tiempo se te presenta una pedazo de tarta de chocolate increíble. Llevas tanto tiempo con la dieta de barritas que la coges con unas ganas locas. Y claro, después lo único que quieres es repetir, repetir y repetir.

Pero me temo que la tarta no está por la labor.

Y por si fuera poco, ando por ahí haciendo con la boca agua, de forma tan evidente que la tarta acabaría por salir corriendo (si tuviera piernas).

Y tú lo único que quieres es repetir. No quiero más barritas. Necesito chocolate.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Ya he empezado a hundirme. No estoy a gusto en el mar, pero los brazos no me responden para subir a la superficie. Aunque creo que lo peor son los zapatos de cemento.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Creo que en vez de lamentarme por la muerte, debería preguntarme qué haré después de muerta.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

El incendio

Nunca me había dado miedo jugar con fuego.
Todo el mundo sabe que es muy peligroso, de pequeños no te lo dicen, sólo ves la parte bonita. En la adolescencia sueles llevarte el primer quemazón, pero aún así sigues queriendo tenerlo entre tus manos.
Quemaduras de primer grado, se superan.
De segundo grado, duelen, pero te recuperas.
Hasta que llega el gran incendio. Jamás creí que me fuera a pasar a mí, yo era tan feliz con mi poético fuego que nunca pensé que me quemaría. Pero se extendió, se extendió mucho, destrozó hectáreas y hectáreas y arrasó con todo. Y dolió. Pero pensé que se podía recuperar.
Sabía que los árboles no volverían a crecer pronto, tardaría un tiempo en arreglarse, pero poco a poco, con paciencia, las primeras hojas comenzarían a brotar.
Y hoy lo he visto claro. Desde que ocurrió no se había intentado volver a plantar, y ahora que se ha presentado la opción, me he dado cuenta de la realidad.
Ese incendio se lo llevó todo, se llevó lo que había, lo que podría haber habido y lo que habrá. Es una tierra totalmente muerta. Se puede cambiar, replantar, regar. Nada funcionará.
Y además dejó algo. Dejó miedo, mucho miedo. El bosque no podrá volver a crecer, y aunque pudiera, el terror es tan grande que jamás me atrevería a entrar en él.